Gabriela Leites, vecina del asentamiento ubicado sobre calle 7 en la zona de Cerro Ejido, habló en nombre de más de treinta familias que enfrentan serias dificultades para acceder a servicios básicos como agua potable y energía eléctrica. En diálogo con la prensa, relató la precariedad de las condiciones en las que viven y la ausencia total del Estado en el lugar.
“Hace dos años que vivo acá, y desde entonces la situación con el agua y la luz es muy complicada”, afirmó Leites. Según explicó, el suministro de agua depende de tres tanques comunitarios que deben abastecer a todas las familias del asentamiento, incluyendo a muchos niños y personas con enfermedades crónicas. “Tenemos que llamar a OSE y suplicar que vengan a reponer agua a los tanques, porque si no lo hacemos, directamente no vienen”.
La situación los ha llevado a buscar soluciones por cuenta propia. En uno de esos intentos, vecinos encontraron un caño detrás de las casas y se conectaron a la red de agua de forma informal. Sin embargo, recientemente el servicio fue cortado. “Está bien, entendemos que el agua hay que pagarla, pero el problema es que queremos pagar y no nos dan acceso. Lo único que pedimos es que nos den la posibilidad de tener el servicio legalmente”, reclamó.
Ante esta situación, Gabriela hizo un llamado urgente a las autoridades departamentales: “Pedimos que la Intendencia se haga presente, que nos ayuden. Si no nos pueden dar conexión, al menos que pongan más tanques. Necesitamos una solución urgente”.
Consultada sobre si algún representante de la Intendencia se ha acercado a escuchar los reclamos, la respuesta fue tajante: “En los dos años que llevo acá, jamás vino nadie. Las cosas hay que decirlas como son. Yo he recibido alguna ayuda de la Intendencia, pero por mis propios medios, no porque hayan venido hasta acá”.
En cuanto a colaboraciones puntuales, Leites mencionó que lograron conseguir caños para las conexiones de agua gracias al contacto con un edil, aunque aclaró que no fue por gestión directa de la exdiputada Valentina Dos Santos. “Se decía que era ella, pero nunca se nos comunicó oficialmente. Fue a través de un edil con el que nos reunimos, y él nos ayudó. Pero no fue ella quien mandó ni compró los caños”.
La situación del asentamiento es crítica. Además de la falta de agua, los cortes de energía son constantes, sobre todo durante tormentas. “Mi hijo es asmático y viajo constantemente con él a Montevideo. Hay otro vecino recién operado, otro que está enfermo, una señora que no puede cargar agua… Es una cadena de necesidades que no se puede seguir ignorando”, expresó con preocupación.