ENTRE LA SALUD Y EL BPS, NINGUNO RESUELVE SU PROBLEMA

Sandra Alves, vecina del departamento de Artigas, denuncia una presunta mala praxis médica ocurrida tras una operación de brazo realizada en el hospital local y reclama que el Banco de Previsión Social (BPS) le otorgue una pensión por incapacidad laboral.

Según relató a este medio, su calvario comenzó hace casi tres años, cuando fue intervenida quirúrgicamente luego de sufrir una fractura en el brazo. “Ya llevo dos operaciones y estoy esperando una tercera, pero no han podido hacer nada. El brazo está torcido, hinchado, y no tengo fuerza”, explicó.

Alves señaló que la primera cirugía fue realizada por un médico de Tacuarembó, identificado como Dany Oliveira. “Cualquiera que mire se da cuenta de que el hueso fue mal colocado”, aseguró.

La situación se agravó tras un episodio ocurrido en Quaraí, donde fue víctima de una agresión con arma blanca. “Fui al hospital de Artigas y solo me dieron cuatro puntos y me mandaron a casa. Días después empecé con fiebre y dolor, y gracias al doctor Ramos, que me atendió en la policlínica de Zona Sur, no perdí el brazo”, contó con visible angustia.

La vecina sostiene que el tratamiento médico deficiente le dejó secuelas permanentes que le impiden trabajar. “Si me hubieran atendido bien desde el principio, hoy estaría trabajando. Ahora no puedo hacer nada. Vendo ensaladas de frutas en la calle para sobrevivir”, relató.

Alves dijo haber solicitado en dos oportunidades una pensión por incapacidad en el BPS, pero fue rechazada. “Me dijeron que no tengo los puntos necesarios y que debería estar trabajando en caja. ¿Cómo voy a trabajar si no puedo mover el brazo?”, cuestionó.

La mujer cuenta con 14 años de aportes y un informe médico de Montevideo que certifica su imposibilidad para realizar tareas domésticas, pero el documento “no fue tenido en cuenta” por las autoridades. “Me mandaron al Mides, pero ahí tampoco me dieron respuesta”, lamentó.

Entre la preocupación y la incertidumbre, la vecina agradece el apoyo del doctor Ramos, a quien considera “uno de los pocos médicos humanos que quedan en Artigas”.
“Estoy sola, sin ayuda de nadie, y la casa donde vivo ni siquiera es mía. No sé qué va a ser de mí”, concluyó.

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