En Barrio Olímpico, alrededor de 30 familias conviven a diario con una carencia básica y elemental: el acceso al agua potable.
Sarita Saldivia, una de las referentes del barrio, lo resume con claridad: “Así como logramos la luz para el barrio, queremos lograr el agua. Hay muchas criaturas, muchos ancianos, y muchas casas que, bien o mal, están establecidas. Necesitamos el agua”.
Saldivia relata que, desde hace ocho años, los vecinos se han instalado en la zona con la esperanza de construir un hogar digno. Sin embargo, la falta de conexión formal al sistema de agua ha sido un obstáculo persistente. La supervivencia diaria depende, en gran medida, de la solidaridad entre vecinos. “Un vecino nos pasa agua con una manguera, llenamos tachos y así vamos sobreviviendo”, cuenta con resignación.
La situación se agrava con el paso del tiempo. Hay niños pequeños, adultos mayores y familias enteras que dependen de recursos improvisados para cubrir sus necesidades básicas de higiene, alimentación y salud. La falta de agua no solo genera incomodidad: también representa un riesgo sanitario que se arrastra desde hace casi una década.
Rocío Félix, otra vecina comprometida, tomó la iniciativa en 2023. “Yo junté firmas, presenté la cantidad de niños, personas mayores, casas. Llevé recibos de luz para mostrar que el barrio ya tiene energía eléctrica. Presenté todo en la oficina de OSE”, explicó. Sin embargo, los trámites, lejos de agilizarse, cayeron en una maraña burocrática que parece no tener fin.
Según Félix, la solicitud fue finalmente admitida recién en 2024, pero el proyecto de conexión al agua sigue sin concretarse. “Llamamos y nos cortan. Tenemos grabaciones donde se escucha que, cuando decimos que somos del Barrio Olímpico, nos cuelgan”, denuncia, visiblemente molesta.
Lo más grave es que el suministro de agua parecía estar al alcance. “Ya está aprobado, sólo falta que vengan a colocar. No entendemos por qué no lo hacen”, insiste Rocío, quien recibió ayuda en las gestiones por parte de David Acosta, un actor social que intentó mediar ante OSE.
Actualmente, los vecinos dependen de un caño instalado en una esquina, que en su momento fue dejado de forma provisoria tras la clausura del suministro a una vecina con deuda. Ese recurso también fue cancelado en los últimos meses. “Tuvimos que arreglarlo entre nosotros, porque sin agua no podemos estar. Y la OSE no volvió a arreglar nada”, explicó Rocío.