María Núñez, usuaria del sistema de salud pública ASSE, denuncia una serie de destratos que ha sufrido en distintas instancias de su atención médica. Con un historial de problemas de salud que incluyen la amputación de varios de sus dedos por una presunta mala praxis, busca justicia y humanidad.
«Mi realidad hoy por hoy es el maltrato que he recibido, especialmente en la farmacia del hospital. Ayer mismo, una de las funcionarias me gritó y hasta me amenazó. Esos remedios los necesito para vivir», denuncia María. Según su relato, aunque la mayoría del personal la ha tratado con respeto, el episodio reciente con esta funcionaria ha sido particularmente humillante.
Desde hace años, sufre complicaciones de salud que la han obligado a enfrentarse al sistema médico una y otra vez. Uno de los momentos más dolorosos de su vida ocurrió cuando, tras recibir un diagnóstico erróneo de lupus, tuvo que soportar la amputación de varios de sus dedos.
«Pasé 15 días llorando, mi dedo estaba negro, en necrosis. Cuando finalmente me derivaron a Rivera, la doctora que me atendió me dijo que lamentaba la demora, porque ya no había nada que hacer», recuerda con angustia. Actualmente, este caso se encuentra en manos de abogados, a la espera de una resolución legal.
A pesar de sus intentos por buscar apoyo dentro del hospital, Núñez asegura que sus reclamos han sido ignorados por la dirección del centro. «Intenté hablar con el director del hospital, pero nunca me dejaron. Solo pude conversar con un secretario, quien me trató de forma despectiva. Me cuestionó por mis viajes a Montevideo, como si fueran paseos. Yo no viajo por placer, sino por necesidad médica».
Las cicatrices de María no son solo físicas. La constante lucha contra el destrato ha afectado su salud emocional. «Voy al psiquiatra porque no puedo superar todo esto. Me siento humillada, desprotegida. Mi esposo es mi único sostén. Si no fuera por él, ni siquiera tendría una casa donde vivir», confiesa. El desgaste psicológico la ha llevado a caer en una profunda depresión, una condición que teme vuelva a repetirse. «No quiero volver a ese estado, pero siento que estoy al borde.»
Núñez también denuncia que, en su estancia en el hospital, ha sido víctima de comentarios hirientes y prejuiciosos. «Algunas personas me han insinuado que estoy internada por problemas de adicción, lo cual es falso. Mi única adicción es a los medicamentos que necesito para mi salud.»
«Lo único que espero es que la actitud de las autoridades cambie, que nos traten con respeto. Pero, si esto sigue así, tendré que buscar atención en otro lugar», concluye con resignación.