En la Escuela Técnica de Artigas se realizó un encuentro regional que reunió a directores y subdirectores de distintos centros educativos. La instancia estuvo encabezada por la inspectora regional, magíster y licenciada en Pedagogía, además de profesora de Derecho, Miriam Souza, quien destacó la importancia de fortalecer la gestión escolar para mejorar los aprendizajes de los estudiantes.
Souza explicó que la reunión tuvo como eje los aspectos técnico-pedagógicos, con énfasis en la coordinación de los centros y en la visita al aula por parte de los equipos de dirección.
“Creíamos que toda la gestión del director y su equipo en los espacios de coordinación impactaba directamente en el aula, donde se daba la relación entre docente y estudiante. Ese vínculo era clave porque redundaba en la calidad de los aprendizajes”, señaló.
Consultada sobre los temas de mayor relevancia, la inspectora señaló que uno de los más urgentes era la convivencia social, aunque remarcó que el principal objetivo seguía siendo garantizar el aprendizaje.
“El estudiante era el centro del proceso. No bastaba con alcanzar un nivel aceptable, sino que buscábamos que cada joven lograra una trayectoria educativa completa: que ingresara, permaneciera y culminara sus estudios”, afirmó.
En ese sentido, resaltó que la Dirección General de Educación Técnico Profesional (UTU) procuraba asegurar que los alumnos finalizaran no solo los cursos de primer nivel, sino también los bachilleratos tecnológicos y, en lo posible, el nivel terciario.
En aquel momento, UTU contaba con 16.000 estudiantes en el nivel terciario, y la meta era que cada uno de ellos pudiera culminar sus carreras.
Souza también se refirió a las causas del abandono educativo, especialmente en la enseñanza media superior.
“Las razones eran múltiples y estaban asociadas a la etapa de vida de los estudiantes. Muchos trabajaban o formaban su familia durante el bachillerato, y en ese proceso el estudio quedaba relegado. Era fundamental generar condiciones para que pudieran compatibilizar trabajo, familia y educación”, explicó.
El desafío no era menor: en Uruguay, la tasa de egreso de bachillerato apenas alcanzaba el 52%, una cifra que, según la inspectora, era baja tanto en comparación internacional como a nivel nacional.
“Necesitábamos que más jóvenes ingresaran y terminaran sus estudios. Para ello realizábamos este tipo de actividades y muchas otras, siempre con el objetivo de fortalecer la gestión y acompañar a los estudiantes en el camino hacia la finalización de su trayectoria educativa”, concluyó.