SE DISFRUTÓ LA PASCUA EN EL COMEDOR DE ANA

La solidaridad se hace sentir todos los días gracias al trabajo constante de Ana Borges y su equipo en el comedor de Ana. A pesar de los desafíos, la dedicación no se detiene y esta semana pasada prepararon una celebración especial de Pascua para los más pequeños.

«Como siempre, comenzamos el día con café y comida los sábados. A veces también atendemos al mediodía, aunque depende de si los usuarios van al comedor principal o si se acercan aquí», explicó Ana Borges. «Por las noches, preparamos viandas para quienes las necesiten».

Más allá de la asistencia alimentaria, Ana y su equipo prepararon una sorpresa para los niños. “Organizamos una fiestita de Pascua para este domingo pasado, en lugar del habitual encuentro del sábado. Regalamos chocolates y compartir un momento especial con ellos”.

“Todo aporte fue bienvenido: bolsitas con chocolates, huevitos, chupetines. Nosotros preparamos una torta de chocolate y también unos chupetines caseros. Tenemos dos vecinas que regalaron barras de chocolate”.

Además, el comedor recibió una valiosa donación a través del Banco de Alimentos, gestionado por Rotary: “Nos llegaron unas barras grandes de chocolate que partimos para poder compartir entre todos los niños”.

La cantidad de niños que asisten al comedor ha ido en aumento. “Los sábados recibimos entre 56 y 60 niños. Vienen a pasar la tarde, a jugar y a recibir algo rico para comer: sopa, galletitas… todo lo que se pueda repartir con lo que recibimos”, cuenta Ana.

En el contexto de Semana de Turismo y con los comedores escolares cerrados, la demanda se incrementó: “Desde el lunes, al no haber clases, se comenzó a notar la asistencia de más niños. También estamos entregando leche, gracias a una donación anónima que recibimos. Cada niño se lleva dos litros”.

“El apoyo del Banco de Alimentos, a través de Rotary, ha sido fundamental. Nos llegan productos como jabón, sopas, galletitas… que luego distribuimos tanto para los adultos como para los niños”, detalla.

Cada sábado, el comedor también ofrece sopa caliente para los adultos. “Muchas veces, por la noche, las personas no tienen qué cenar. Así que preparamos una sopa rica y fuerte, que reconforta”.

Más allá de la comida, lo que se vive en este comedor es un auténtico espíritu comunitario. Gracias a la generosidad de los vecinos, donantes y voluntarios, el espacio sigue siendo un faro de esperanza para muchas familias.

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